Albi

Entre los tesoros del sur de Francia.

El río Tarn fluye lentamente por las tierras del sur de Francia, una tierra amable que ha sido habitada desde tiempos muy antiguos. Allí, en un promontorio que domina la confluencia con un pequeño afluente, siempre ha habido alguna población, y fue natural que —en el siglo IV— se implantara la sede de un arzobispado. La catedral y el palacio del arzobispo articulan desde entonces esta ciudad, definiendo su arquitectura, su historia y su comercio.

En el siglo XIII, la disidencia religiosa del catarismo recorre el Mediodía francés. En algún momento, la ciudad da su nombre a los herejes, a los que se conocerá como albigenses. El Papa y el rey de Francia inician una cruzada contra los cátaros pero Albi es respetada y se convierte en un verdadero centro de poder local. Comienza una época de esplendor: se construye una catedral y un palacio que demuestran su victoria contra la herejía. Más tarde, en el siglo XV, Albi es el centro de un floreciente comercio de azafrán y, sobre todo, del pastel, un tinte azul muy apreciado. Los ricos mercaderes se hacen levantar mansiones renacentistas, muchas de las cuales todavía se conservan. El conjunto histórico está declarado  Patrimonio Mundial por la Unesco

Esta historia de luchas, conquistas y riquezas es la que explica el gran patrimonio artístico y arquitectónico que ofrece la pequeña ciudad de Albi en la actualidad. Entre todos los monumentos destaca la catedral de Santa Cecilia, que, además de ser el edificio de ladrillo más grande del mundo, es una obra maestra del gótico con uno de los interiores más bellamente decorados de Europa.

Justo al lado se levanta el palacio de la Berbie, el antiguo palacio episcopal, con su aspecto de fortaleza pero acondicionado como en verdadero palacio. Sus jardines colgantes sobre el Tarn ofrecen una panorámica deliciosa. Dentro del palacio se encuentra el museo Toulouse-Lautrec, con la mejor colección mundial del pintor nacido en Albi.

A partir de este núcleo se abre la ciudad: calles estrechas que llevan a la colegiata Saint-Salvi, a la casa del Viel Alby y a tantos otros rincones repletos de historia. Al otro lado del río, el museo Lapérouse, que hace un repaso de las grandes expediciones científicas de finales del siglo XVIII por el Pacífico. En Albi siempre hay que estar abierto a la sorpresa, como encontrar el LAIT (el Laboratorio Artístico Internacional del Tarn), dedicado al arte contemporáneo, en un molino del siglo XVII.

Cómo llegar.
El aeropuerto más cercano es el de Toulouse, con varias compañías que ofrecen vuelos desde diferentes ciudades.
Visitar Albi.
La tarjeta AlbiPass 
incluye la entrada al coro de la catedral y al museo Toulouse-Lautrec y, además, permite descuentos en muchas otras actividades y visitas. El Museo Toulouse-Lautrec permanecerá cerrado por reestructuración de los fondos hasta el 2 de abril de 2012.
Dónde dormir.
Hôtel Les Pasteliers  ,
ligeramente apartado del centro, permite descansar en un lugar tranquilo haciendo un homenaje al pastel, una de las riquezas de Albi.
Dónde comer.
L’esprit du vin  
 ,ubicado en un edificio histórico de la ciudad episcopal, entre el Pont Vieux y el palacio episcopal, tiene una estrella Michelin y ofrece menús muy apropiados a la hora de la comida.
Más Información.
Turismo Albi

 

 

 

 

 

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Redacción

Autor: Redacción

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