Sydney

Un lujo de ciudad

Sydney es una ciudad camaleónica. Su micromundo se transforma a la misma velocidad que se globaliza el mundo… Su entorno natural es su auténtico patrimonio. Su historia  huele a nueva. Sus habitantes viven la euforia propia de los preparativos grandiosos  ante algo nuevo. El mundo es más global gracias a la energía que se demuestra en las calles de una ciudad pensada para vivir. La historia y los habitantes de Sydney presumen de su juventud.

Desde los juegos olímpicos del año 2000, Sydney parece más fresca y luminosa que nunca, jovial como siempre, pero con un cierto toque de elegancia y cosmopolitismo. En las terrazas de Circular Quay, frente al edificio de la Opera no parece sin embargo que nada haya cambiado desde la última vez que visité la ciudad, hace unos años. El cielo es luminoso y radiante, como suele serlo en verano en esta ciudad que tiene las estaciones cambiadas respecto a la vieja Europa. El tejado de la Opera, cubierto por miles de azulejos, tiene el color suave y violeta de esta primera luz de la mañana.

Estoy en el centro de la ciudad, concretamente en Circular Quay, un lugar con una estación de metro y otra de transbordadores que conectan con todos los puntos de la ciudad. Desde allí se observa magníficamente el color cambiante de la Opera, sus extrañas formas (increíblemente modernas para ser un edificio de los años sesenta) y detrás, otro de los símbolos de la ciudad: el Puente de Sydney conocido popularmente como “La Percha”.

El parque olímpico ha demostrado que la ecología y el urbanismo pueden ir de la mano. La recuperación de Homebush Bay ha supuesto una nueva forma de entender la ciudad.  Si los australianos antes disfrutaban del deporte, ahora es casi una religión… El que no corre, nada, y el que no nada, monta en bicicleta… Buen clima y un nuevo urbanismo nos hace ver la ciudad de otra manera.

SIMBOLOS Y VISIONES

La ciudad es un mundo de siluetas. Un símbolo es la Torre de Sydney, con sus 305 metros de altura y varios restaurantes que ofrecen desde sus ventanales una increíble vista de la ciudad con el Pacífico al fondo. O como la placentera vista desde la Silla de la señora Macquarie, el primer mirador panorámico que se creó en la ciudad, allá por los comienzos del siglo XIX en la época de los primeros colonos. La señora Macquarie era la mujer del gobernador inglés que asumió la tarea de planificar Sydney como una ciudad inglesa. Para ella, su marido construyó un camino hasta un promontorio desde el que le gustaba contemplar la bahía e incluso hizo excavar un asiento en la roca, hoy conocido como la “silla de la señora Macquarie”.

A falta de monumentos grandiosos de otros tiempos, Sydney ha sabido crear una ciudad que es por sí sola atractiva y que tiene mucho que ver. De vuelta a Circular Quay me acerco a observar en detalle la Opera de Sydney, el gran símbolo de la ciudad. Su original silueta recuerda la de un barco con las velas blancas reluciendo en la enorme bahía australiana.

El proyecto de la obra fue realizado por el danés Jörn Utzon, que fue el ganador del concurso convocado en 1959 concurso internacional en el que participaron los mejores arquitectos del momento. Su idea, con una llamativa cubierta formada por 1.056.000 piezas cerámicas autolimpiables que cambian de color a lo largo del día según incida la luz, despertó desde el comienzo un enorme entusiasmo, pero el presupuesto inicial de 7 millones de dólares australianos se disparó a más de 102 millones, que finalmente se consiguieron gracias a la creación de una lotería especial.

LA FUERZA DE UNA BAHIA

El espíritu de Sydney vive sobre todo de su bahía, surcada permanentemente por velas de todos los tamaños y yates que se dirigen a alguna de las muchas playas que se suceden a lo largo de la costa. A falta de un barco propio, me decido por subir a una de las embarcaciones que hacen el recorrido turístico. Cuál es mi sorpresa cuando en él compruebo que no sólo hay americanos o europeos, sino también muchos australianos, incluso con los típicos sombreros estilo cocodrilo Dundee. Llegan de todo el país para contemplar orgullosos esta gran ciudad luminosa que para ellos es su cuna histórica. Se me ocurre que puede ser una buena idea seguir sus pasos, a ver qué es lo que más les interesa de esta ciudad que sin ser la capital del país, es su principal ciudad, la más moderna, activa e internacional de sus urbes y también la más histórica y simbólica.

Nada más desembarcar, les sigo y me encuentro pronto en The Rocks, la zona donde nació la ciudad, allá por el 1788, junto al puerto. De aquel poblacho construido por los convictos y por los oficiales del ejército británico quedan las pequeñas casas, que fueron las viviendas, almacenes y cárceles pero transformados y convertidos en el símbolo del espíritu de la nueva Sydney. Es un barrio vivo, lleno de diseño, de galerías de arte, de centros comerciales, de museos y de atractivos restaurantes. En las estrechas calles y escalinatas de este barrio se resumen dos siglos de historia de Australia.

Webs relacionadas
www.sydney.com
www.sydneyaustralia.com
www.cityofsydney.nsw.gov.au

Hotel recomendado
Park Hyatt, 7 Hickson Road The Rocks. Si hubiera que votar el mejor emplazamiento para un hotel en Sydney el Hyatt se llevaría todos los premios. Asomado a la bahía y con vistas a la Opera House es un hotel de amplias habitaciones con un estilo moderno y tecnología de última vanguardia. En conjunto una muy buena elección a pesar del precio.

Línea aérea
Qantas y Bristsh Airways ofrecen vuelos con una escala en Londres.  En sus webs podemos encontrar buenas ofertas.

Catai ofrece un circuito por Australia donde se recorren las ciudades y sitios más turísticos del país. En su catálogo lo podemos encontrar con el título “Maravillas de Australia”, 18 días para conocer ciudades cómo Perth, Cairns, Melbourne o Sydney y maravillas naturales como Ayers Rock.

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Redacción

Autor: Redacción

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