Viaje a la encantada y encantadora Cuenca

Asomándose a las hoces de los ríos Júcar y Huécar se desparrama Cuenca, inscrita en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO por su riqueza monumental. Su casco histórico se asoma al borde de paredes rocosas, en plena serranía de Cuenca. Su Catedral, sus Casas Colgantes, sus iglesias y palacetes, su antiguo castillo y sus calles empedradas llenas de encanto que atrapan al viajero.

Catedral de Cuenca

Catedral de Cuenca

Cuenca es una ciudad tranquila que en realidad está formada por dos ciudades muy diferentes: la antigua, en torno a la catedral y que se extiende desde lo alto del promontorio que domina las ruinas del castillo árabe, antigua alcazaba de Kunka, y la moderna, que se desarrolla hacia abajo. Lo mejor es dejar el coche en esta zona y desde el parque de San Julián o la plaza de la Constitución seguir la calle escalonada de los Tintes para entrar en el casco histórico por la plaza de la Torre Mangana, blanca y esbelta, vestigio del origen árabe de Cuenca.

Viajes con Encanto-Cuenca-Torre Mangana

Torre Mangana

La “ciudad alta”, el trazado medieval que caracteriza a la ciudad, comienza frente a la parroquia de Nuestra Señora de la Luz, a los pies del puente de San Antón. Aquí se inicia un recorrido de cuestas, escaleras y miradores que proporcionan bellas perspectivas. La primera parada puede ser la iglesia de San Felipe Neri, sobria construcción que adquiere protagonismo durante la Semana Santa, al cantarse en sus escalinatas el tradicional Miserere. Su interior se encuentra decorado con motivos barrocos y rococós. Al otro lado de la plaza del Carmen se sube a la plaza de Torre Mangana, antigua atalaya conquense y uno de los símbolos de la ciudad, visible desde casi cualquier punto. A un paso se encuentra el Museo de la Ciencia.

Nuestra Señora de la Luz

Nuestra Señora de la Luz

Por la calle policromada de Alfonso VIII se llega a la Plaza Mayor, un espacio que culmina el cerro formado por la confluencia del Júcar y el Huécar, y en el que se concentran casonas solariegas, iglesias de prestigio o calles monumentales. En la Plaza Mayor, presidida por la catedral, y antes de sumergirse en la visita cultural, hay que darse un respiro y aprovechar para disfrutar del tapeo local o comer en alguno de sus restaurantes. En la plaza y aledaños abundan típicas tascas donde sirven algunas de las especialidades de la ciudad como los zarajos (tripas de cordero asadas), morteruelo (especie de paté caliente) o ajoarriero (guiso de bacalao) son algunos platos de origen pastoril a los que se suman guisos de verduras, asados y pescados de río. Almendras, miel e higos se incorporan en cualquier especialidad de cocina imaginativa y, en los postres, componen el alajú (torta de miel, higos y almendra). Entre las bebidas, hay que destacar los vinos de la Denominación de Origen de La Mancha y el resolí, licor elaborado con café, azúcar y corteza de naranja. Desde la Plaza Mayor hay otros dos caminos que nadie debería perderse. Uno, el de la calle de San Pedro, en la que se acumulan casonas y escudos, y que llega hasta el castillo. El segundo, el de la Ronda del Júcar, que parte del Ayuntamiento y ofrece unas magníficas perspectivas sobre ese río.

Plaza Mayor

Plaza Mayor

Siguiendo los muros de la catedral hacia el río se encuentran los tres grandes museos de la ciudad: el Diocesano, el de Cuenca y el Museo de Arte Abstracto, este último en una de las famosas casas colgadas. Estas originales casas asomadas sobre el Huécar fueron construidas en el  siglo XIV para ganar metros al abismo que forman las paredes naturales de las hoces. En la Edad Media fueron utilizadas  como residencia de verano de la familia real y en nuestros días han sido restauradas y dan cobijo a un famoso mesón y al museo de arte abstracto. Los balcones de madera de las Casas Colgantes cuelgan sobre el cauce del Huécar. Llegados a este punto, la continuación inevitable es el Puente de San Pablo, impresionante y un poco inquietante y el Convento de San Pablo, al otro lado del río desde el que se observa la mejor vista de las casas colgantes. En esta ribera se puede visitar el Parador de Turismo de la ciudad, el antiguo convento de San Pablo. Hospedarse aquí es sólo comparable a la oportunidad de degustar las suculentas recetas conquenses que nos brinda su restaurante.

Casas Colgantes

Casas Colgantes

La ciudad conquense es sólo uno de los muchos puntos de interés que tiene esta provincia. A unos 30 kilómetros de la capital comienza la Serranía de Cuenca, donde poder admirar el singular paisaje de la Ciudad Encantada, compuesto por las curiosas formas que la erosión del agua y el viento han originado en las enormes piedras calizas, que recuerdan a objetos, animales o figuras humanas. Este sorprendente lugar está abierto durante todo el año, desde las diez de la mañana hasta la puesta de sol, y el itinerario dura aproximadamente dos horas. Aunque resulta fácil encontrar el parecido, hay carteles que van indicando el nombre de cada una de las rocas (los “Barcos”, el “Tobogán”, el “Elefante”, “El Mar de Piedra”, el “Diplodocus”…).

Viajes con Encanto-Cuenca-Ciudad Encantada1

Ciudad Encantada

Más al norte, se halla la Reserva de Caza El Hosquillo y la Estación Termal de Solán de Cabras, conocida por su manantial de aguas medicinales. Pueblos serranos nos servirán de guía para descubrir el nacimiento del río Cuervo, un espectacular paisaje de cascadas. También podemos acercarnos a la comarca de La Alcarria, donde encontraremos interesantes localidades descritas en la obra del Premio Nobel de Literatura español Camilo José Cela “Viaje a La Alcarria”.

Río Cuervo

Río Cuervo

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Redacción

Autor: Redacción

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