Valles del Jerte y Ambroz (Cáceres)

Naturaleza, gastronomía y arquitectura popular

 

La geografía sabe poco de fronteras aunque sean provinciales. Al valle del Jerte, en el norte de la provincia de Cáceres, se llega desde el este por el puerto de Tornavacas justo en el límite provincial de Ávila, allí donde acaba la árida Castilla. El puerto es una atalaya fabulosa para descubrir la opulenta feracidad del valle llamado la Suiza extremeña.

Se cultivan con generosidad cerezos, perales, manzanos, kiwis, melocotones o frambuesas. A lo largo del valle del Jerte, una sucesión de once pueblos nos conducen a lo largo de unos 50 kilómetros hasta llegar a Plasencia. A pesar de los duros inviernos, aquí los valles son plácidos y fértiles, de bellos paisajes, tradiciones ancestrales y arquitectura popular, que invita a recorrerlo sin empachos de arte e historia. Por desgracia, un penoso urbanismo ha destrozado el aspecto de unos pueblos que hablan de trashumancia, rebaños de ovejas y mujeres que no hace muchos años bajaban a lavar a la garganta y secar la ropa al sol, sobre las piedras de río. Es una ruta ideal para disfrutar sencillamente de la naturaleza y de los buenos productos de la tierra.

Una agricultura de jardín ha transformado el aspecto de las huertas en el  Jerte. Los pequeños productores de frutas han transformado la zona en una ruta bañada en kirsch, un aguardiente de cereza que se ha convertido en el producto más típico de la zona y una de sus primeras fuentes de ingresos. Todo el camino discurrirá entre bancales donde se cultivan las cerezas, castaños y robles, dejando a izquierda y derecha de la carretera hermosos pueblos.

La arquitectura popular del valle sorprende al viajero en pueblos como Cabezuela del Valle, declarado conjunto histórico artístico por su bien conservada Plaza Mayor y sus evocadoras calles de la parte alta, conocida como La Aldea, que en otro tiempo fue la judería. En Navaconcejo también se han conservado algunos ejemplos de esas mismas construcciones típicas, de adobe y entramado de madera.

Para probar el famoso kirsch de cerezas, nada mejor que parar en Cabrero. Dicen que es uno de los mejores, rivalizando incluso con los de origen alemán que le sirven de modelo. Entre cerezos y castaños se sigue por El Rebollar y El Torno hacia Valdastillas y Casas de Castañar, antes de llegar a Plasencia.

En Plasencia, al final del valle, lo más práctico es dirigirse directamente a la plaza mayor donde se concentra la vida social y comercial de esta ciudad episcopal, presidida por la fachada renacentista del Ayuntamiento. Plasencia es una de esas sorprendentes ciudades del interior de España, donde las mansiones y palacios asoman en cada esquina.

Además del Palacio Episcopal la relación de mansiones y palacios es increíble para las dimensiones de la ciudad, sin olvidarnos de los museos: el Etnográfico y textil o el del Palacio de Mirabel son dos de las propuestas culturales de la ciudad. Pero Plasencia es famosa sobre todo por la Catedral, que en realidad no es una sino dos: la vieja, románica, y la nueva, gótica con elementos platerescos, del siglo XVI, que no llegó a completarse hasta reemplazar a la vieja catedral como estaba previsto por falta de recursos.

Nuestra ruta puede discurrir desde Plasencia por la antigua N-630 o por la renovada A-66 Autovía Ruta de la Plata. El destino siguiente no es otro que conocer de cerca la belleza que esconden pueblecitos como Gargantilla, Aledeanueva del Camino o Baños de Montemayor en pleno valle del Ambroz.

Si nos gustan las carreteras estrechas siempre podemos pasar por un viejo camino asfaltado entre la N-110 y Hervás. Allí nos espera su judería, con empinadas cuestas. La vieja carretera que lleva a Salamanca, pasando por Béjar y Baños de Montemañor, parece querer renegar de la nueva autovía.

Todavía podemos volver a Barco de Avila por la vieja carretera de Navacarros, con esos pilones que no paran de echar agua cristalina de las nieves de Gredos. El deshielo también tiene su tiempo en estos pueblos cargados de sabor. Las viejas casas de labranza ahora empiezan a cuidarse. El aluminio da paso a la madera, se quieren respetar las alturas  y algunos descubren que el turismo también es una industria. Pocas veces un producto natural ha servido de motor de un modo tan puntual como  en esta zona.

Qué visitar

Béjar y Candelario. No muy lejos del Jerte encontramos la ciudad salmantina de Béjar con un bonito y cuidado casco urbano o la pequeña localidad de Candelario, pueblos serranos con casas antiguas y rodeados de una naturaleza desbordante.

Centros de Interpretación y Museos.

Centro de Interpretación de la Trashumancia y la Alta Montaña en Tornavacas (Horario de verano: todos los días de 10 – 14h y de 17 – 20h). Centro de Interpretación de la Naturaleza de la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos entre Cabezuela del Valle y Jerte. Telf. 927 014 936 (Horario de verano: 10 – 14h y de 17 – 19:30h de martes a domingo)

Museo de la Cereza en Cabezuela del Valle Telf.: 927 472 558 (oficina de Turismo).

Imprescindible

Visitar el Valle del Jerte cuando se produce la floración. Durante la última semana de marzo tiene lugar la famosa Fiesta del Cerezo en Flor que está catalogada como Fiesta de Interés Turístico Nacional.

Mapa de la zona

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Redacción Viajes

Autor: Redacción Viajes

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