No se trata de un modelo nuevo de Mini, marca que ya nos tiene acostumbrados a sacarse de la chistera vehículos diferentes, pero con el mismo ADN. En esta ocasión ofrece un desarrollo industrial de su modelo Clubman, haciendo honor a la historia del Mini tradicional, que desarrolló una diminuta furgoneta que en su momento tuvo muchísima aceptación por su ligereza, capacidad de carga y facilidad para moverse en las ciudades.
Desde luego no ha prescindido del lujo embargado que ofrece la marca, y la define como una furgoneta selecta, para un cliente selecto. La principal diferencia se centra en su interior, ya que desaparecen los dos asientos traseros y se aíslan las dos plazas delanteras de la superficie trasera de carga mediante un resistente panel.
La marca nos convence que es el medio de trasporte ideal para aquellas profesiones que no precisan cargas muy voluminosas ni pesadas, y que no desean moverse o presentarse delante de sus clientes con un vehículo industrial convencional, falto de refinamiento o “glamour”. Y, nosotros añadimos, para aquellos profesionales a los que no les importe gastarse una cantidad muy por encima de la que les exige un vehículo industrial más convencional y rústico. Se presenta como coche concepto en el Salón de Ginebra.
