Cabo de Gata

Cuando el frío llega, en el sur se está mejor.

Ahora que empiezan por fin a bajar las temperaturas y que el verano se refugia hasta el año que viene, es hora de disfrutar con plenitud del Parque Natural de Cabo de Gata -Níjar, donde es más probable que las lluvias nos respeten y la temperatura, es muy agradable, incluso en invierno.

Verdadero paraíso de la vela, el surf y el submarinismo, el otoño e invierno nos dan la posibilidad de disfrutar de este desierto sin la presencia de turistas en sus playas y empaparnos de la vida dura y agreste en el Cabo de Gata, donde la naturaleza apenas ha sido alterada.

No nos dejemos engañar por el desierto. La naturaleza en el Cabo de Gata, una de las zonas más áridas de toda Europa, ha desarrollado mil soluciones de adaptación. El Parque alberga una rica flora, con más de mil especies vegetales exclusivas, adaptadas a la escasez de suelo, de precipitaciones y también a unas condiciones de salinidad que no permiten subsistir a los débiles.

Estas tierras han sido el escenario típico del “spaguetti western” y otras muchas películas. Podremos disfrutar este otoño de sus calas desiertas, ramblas y sierras volcánicas, a través de una extensa red de senderos señalizados, observatorios de aves y miradores excepcionales.

Recomendamos hacer noche en San José, pueblo pescador y de origen defensivo, que cuenta hoy con 225 habitantes y conserva aún, cuando el desarrollo turístico se hace fuerte, una arquitectura blanca “very tipical”.  Desde esta bonita villa podremos acceder a las playas vírgenes de más renombre del Parque: Monsul, Media Luna y los Genoveses.

La visita a estas playas puede hacerse andando o en bicicleta desde San José, a través de pistas de tierra, en un trayecto de apenas cinco kilómetros si nos decantamos por la playa más alejada, Monsul. Ya que hemos llegado hasta aquí, es imprescindible la visita al Torreón del Cerro de Vela Blanca, unos dos kilómetros más allá, con algo de pendiente, aunque totalmente accesible.

Desde la Torre defensiva nos haremos una idea de lo que era vigilar la costa, para alertar de la presencia de los sarracenos y disfrutar de una panorámica impresionante de los acantilados volcánicos y de todas las playas que acabamos de dejar atrás.

Sí por fortuna ó mala suerte coincidimos con un temporal en nuestra visita, deberemos acceder al Faro del Cabo de Gata, construido en 1.863 sobre el Castillo de San Francisco de Paula y desde donde disfrutaremos del oleaje y del Arrecife de las Sirenas. Estos islotes son restos de una chimenea volcánica y antiguo lugar de reposo para la foca monje, hoy en peligro de extinción en todo el mediterráneo.

Imprescindible también es la visita a las salinas del Cabo de Gata y su extensísima playa de dunas que las separa del mar. Aquí son habituales los flamencos y otras aves  que se alimentan de los artrópodos exclusivos de estas aguas salobres y a las que podremos fotografiar desde los cuatro observatorios existentes. Cuando el frío llega, en el sur se está mejor.

Más información
www.juntadeandalucia.es
www.parquenatural.com
www.degata.com

(Visited 50 times, 1 visits today)
Redacción

Autor: Redacción

Comparte este artículo en