¿Un vino para cada plato? Pues claro.

Armonías clásicas, innovadoras e incluso arriesgadas.

Una de las actividades más apasionantes que lleva a cabo un Sumiller es conjuntar acidez, sabores, texturas y aromas. Sobre gustos no hay nada escrito y cada plato sigue teniendo unas pautas que hacen de su degustación un momento muy especial, donde el Sumiller adquiere un papel fundamental.

Si abrimos apetito con un aperitivo, el maridaje perfecto viene con blancos secos, generosos, espumosos brut o tintos jóvenes. Abierto el apetito, y optando por los mariscos que nos ofrece la carta, debemos tener en cuenta sus sabores yodados, lo que va muy bien con finos, manzanillas, blancos jóvenes secos y frescos.

No dejamos el mar, para hablar del maridaje en el pescado.  Es un error el pensar que este alimento requiere automáticamente un vino blanco. Los pescados en fritura, prefieren vinos de Andalucía elaborados con variedad palomino.  Si optamos por el lenguado y el rodaballo en elaboraciones sencillas, recomiendo blancos frutales y aromáticos: Albariños o Sauvignon Blanc. Siempre que los pescados vayan elaborados con limón o naranja, casan muy bien con Riesling o algún Muscat seco. En el caso del salmón, al ser un pescado muy graso, podemos acompañarlo con vinos tintos jóvenes e incluso de maceración carbónica.

El pescado puede venir acompañado de ensaladas y verduras. En el caso de las ensaladas se debe considerar que el principal enemigo del vino es el vinagre. Si tenemos una ensalada con una cantidad elevada de vinagre, lo mejor es optar por el agua o,  porque no, una Manzanilla o Fino de Jerez, que le irá estupendo.

La llegada del otoño trae consigo las sopas y consomés que cobran protagonismo en la mesa.  Debemos tener en cuenta el ingrediente que dé sabor a la sopa. En muchos casos cuando la sopa o consomé contiene un determinado vino es aconsejable acompañarlo de éste.

Un caso parecido es el que sucede con los arroces,  pastas o aves, el estilo del vino nos lo va a marcar la guarnición. Habitualmente cuando aparecen verduras, salsas de tomate y plantas aromáticas la tendencia es hacia los rosados o tintos ligeros en el caso de las pastas. A las paellas mixtas les van bien los blancos estructurados hasta los tintos de media crianza. Con el pollo y pavo cuando están asados, optaremos por un tinto ligero y pulido, si la salsa es más rotunda y aparecen setas y salsa de trufas o distintos rellenos nos decantaremos por un vino más estructurado y carnoso.

Podemos ir desde vinos blancos potentes como el Chardonnay pasando por la fermentación en barrica a tintos jóvenes ligeros o bien tintos de crianza con un tanino muy pulido en el caso de que nuestra elección sea la ternera asada. Si elegimos cerdo debemos tener en cuenta que necesita de cierta acidez,  por lo tanto podemos optar por los Viura riojanos  o el Riesling o bien tintos jóvenes como los Mencia de Galicia.

Sin embargo, las carnes rojas como los estofados de carne van bien los tintos de Garnacha, Cariñena o Monastrell. La caza mayor, el jabalí, el corzo, venado, precisan de tintos  de crianza con cuerpo.  Y con  el conejo o la liebre recomiendo tintos mediterráneos.

Un plato, un vino.

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Redacción

Autor: Redacción

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