La noche de Lisboa, aquel ambiente canalla que se ha vuelto de lo más “cool”

El ocio y la vida nocturna en la capital lusa ha optado por modernizarse en los últimos años para adecuar la oferta a una demanda cada vez más variada y cosmopolita con un nuevo reto: una renovación que no implique perder la esencia.

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La capital de Portugal lleva varios años adaptando su oferta de ocio a un público joven y diferente. En la imagen una de las zonas de copas de la ciudad. Foto cedida por el Ayuntamiento de Lisboa

La pujanza como destino turístico de Lisboa ha estado acompañada de importantes cambios durante el último lustro, especialmente en el ocio y la vida nocturna, completamente renovados y, en algunos casos, casi irreconocibles.

Antiguas tascas –tabernas- de toda la vida dejaron su sitio a “gastrobares” de comida moderna, y mercados tradicionales albergan hoy a chefs de alto copete y comida de alta alcurnia, pero además, pequeños y oscuros pubs son ahora garitos dirigidos a la tribu urbana de los “hipsters” y, todo ello, se mezcla con nuevas discotecas.

De la tradicional “imperial” -caña de cerveza- al cóctel. De los locales sórdidos a los grandes letreros luminosos. Del punto “canalla” de una calle repleta de antros, a la alfombra rosa que ahora da nombre a la vía. De un estilo informal y desenfadado, a los tacones y la ropa de marca.

Nada explica mejor estos cambios en la fisonomía de la noche lisboeta que Cais do Sodré, una de las zonas de fiesta míticas de la capital portuguesa, y cuyo aspecto -y público- es hoy radicalmente distinto al que tenía ayer.

Nada explica mejor estos cambios en la fisonomía de la noche lisboeta que Cais do Sodré, una de las zonas de fiesta míticas de la capital portuguesa, y cuyo aspecto -y público- es hoy radicalmente distinto al que tenía ayer.

Erigida como el nuevo polo “cool” de la ciudad, lejos parecen ya quedar los años en que era la zona de fiesta más típicamente portuguesa de la ciudad. Y más lejos todavía queda la época en la que era un núcleo de prostitución y locales de mala muerte, acorde a su carácter portuario.

Cerveza barata, garitos que no cerraban hasta el amanecer, música nacional y “ochentera”, luces de neón y bares abiertos desde las 5 de la madrugada para dar combustible a los supervivientes de la noche eran sus señas de identidad hasta hace sólo unos años.

Alrededor del mercado

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El epicentro del barrio se trasladó desde mayo de 2014 al Mercado da Ribeira, donde la revista “Time Out” apostó por convertir lo que antes eran pequeños puestos de carne, verdura, fruta y pescado en un espacio diáfano con largas mesas en el medio rodeadas de decenas de pequeños restaurantes.

Sushi, hamburguesas “gourmet”, pizzas, helados italianos y croquetas de diferentes sabores comparten protagonismo con platos elaborados por cocineros de prestigio, que tienen restaurante propio en Lisboa y que reflejan una pequeña muestra de su producción.

Con un precio medio de entre diez y veinte euros (11 – 21,8 dólares) por comensal -más elevado de lo normal para Lisboa-, permite compartir mesa y platos de diferentes estilos, en una apuesta que ha suscitado un enorme e incontestable éxito incluso los días entre semana.

Muy cerca se encuentra la “Pensao Amor”, un antiguo prostíbulo reconvertido en uno de los locales más “cool” de la capital lusa, con precios sensiblemente más altos que la media y un ambiente moderno e intergeneracional.

En su interior alberga un refinado “sex-shop”, una estancia con barra de “striptease” a modo de adorno e, incluso los baños tienen sorpresa, decorados con muñequitos en posiciones sacadas del Kamasutra.

La connotación sexual del pub no implica un ambiente enrarecido, más bien al contrario, es erigido en un lugar de culto, tanto para turistas como para los lisboetas modernos.

A su alrededor la inmensa mayoría de los establecimientos son de reciente creación, y apenas un puñado de clásicos se mantiene en pie, entre ellos el “Jamaica” y el “Viking”.

Bairro Alto

No muy lejos se encuentra la otra zona de fiesta de Lisboa por excelencia: Bairro Alto. Aunque su fisonomía también ha cambiado, todavía mantiene intacto el carácter del barrio, que ocupa decenas de calles perpendiculares llenas de pequeños pubs, restaurantes y “ultramarinos” y donde es complicado recordar dónde está cada local, incluso para los lugareños más avezados.

No muy lejos se encuentra la otra zona de fiesta de Lisboa por excelencia: Bairro Alto. Aunque su fisonomía también ha cambiado, todavía mantiene intacto su carácter. Ocupa decenas de calles perpendiculares llenas de pequeños pubs, restaurantes y “ultramarinos” y donde es complicado recordar dónde está cada local, incluso para los lugareños más avezados.

Casas de fado y locales con música brasileña en directo conviven con otros de aire más cosmopolita, como un Irish Pub de estilo anglosajón o la Tasca Mastai, donde se toma Spritz con auténtico acento italiano.

En términos culinarios las opciones van, desde los sabores indios y tailandeses, hasta los típicos productos portugueses, pasando por hamburgueserías “gourmet” y un nuevo bar “especializado” en ofrecer una carta elaborada en base a mejillones.

La mayor parte de la gente -jóvenes locales, estudiantes becarios de otros países y turistas- bebe en la calle vaso en mano, ya sea de cerveza, sangría, mojito o caipirinha, hasta que a las tres de la madrugada el “bairro” cierra y toca cambiar.

El centro neurálgico del lugar es el llamado “Erasmus Corner“, punto estratégicamente situado junto al Mirador de Sao Pedro y que concentra a centenares de estudiantes cada fin de semana.

En pleno meollo se encuentra el “Cuba”, el lugar favorito de quienes buscan ritmos latinos en la noche lisboeta, donde el español es el idioma predominante, el “reggeaton” es el himno oficial y que suele llenarse hasta la bandera a medida que la noche avanza.

Espacio para lo alternativo

La capital portuguesa se ha ido despojando de la imagen conservadora que tenía en el pasado y es hoy para muchos “la nueva Berlín” gracias a su oferta alternativa, en clara competencia con Barcelona (España).

La capital portuguesa se ha ido despojando de la imagen conservadora que tenía en el pasado y es hoy para muchos “la nueva Berlín” gracias a su oferta alternativa, en clara competencia con Barcelona (España).

Cada vez en mayor número, diseñadores, arquitectos e informáticos de todo el mundo se instalan a orillas del río Tajo para llevar a cabo sus proyectos. Laproliferación de incubadoras de empresas relacionadas con nuevas tecnologías, proyectos de “street-art” en diferentes puntos del país y espacios de “co-working” son prueba de ello.

Esta tendencia también tiene su reflejo en el lado noctámbulo de la ciudad, con una oferta rica y diversa, en la que caben los estilos alejados del “mainstream”.

Para comer, tomar algo y arrancar la noche destacan “Casa Independente” y “Primeiro Andar”, nacidas ambas como asociaciones culturales.

La influencia africana es palpable en casi cada rincón de Lisboa, y un buen ejemplo es la rápida propagación del ritmo kizomba, música de origen angoleño bailada de forma sensual que hoy es impartida en academias de danza y gimnasios, además de sonar en las principales emisoras lusas.

El templo por excelencia para quienes buscan este tipo de sonidos es el “B.Leza”, ya convertido en un clásico de la noche portuguesa.

En pleno barrio de Alfama, considerado el más castizo de la ciudad, se encuentra “Santiago Alquimista”, un espacio cultural que aúna teatro, exposiciones y presentaciones de libros con conciertos y actuaciones.

También fuera de la escena comercial se coloca el “Clube Ferroviario”, junto a la estación de trenes de Santa Apolónia, cuya terraza ofrece una de las mejores vistas de la ciudad decorada con piezas sacadas de antiguos convoyes.

Otro de los secretos que esconde Lisboa es el “Incógnito”. Una puerta azul iluminada por una luz, sin más referencia ni nombres, recibe a los clientes, que ya saben de su existencia gracias al “boca a boca” y que se disponen a disfrutar de una sala que ameniza las noches a golpe de electrónica y de ritmos “indies”.

Para festeros y noctámbulos

 

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A partir de las tres de la madrugada, los bares y pubs cierran sus puertas y la fiesta continúa en diferentes discotecas, repartidas por toda la ciudad.

La reina de la madrugada lisboeta es “Lux” -uno de sus propietarios es el actor estadounidense John Malkovich-, también de música electrónica, que invita a “DJ’s” de prestigio internacional, cuenta con una terraza sobre el río y cuya decoración interior es siempre motivo de sorpresa.

Compiten con ella en dimensión y popularidad la espectacular “Urban Beach”, erigida a orillas del río Tajo, y “Main”, en el barrio de Santos, con espacios separados en función de la música, habitualmente más comercial.

Más exclusivo es el “Lust”, en la emblemática Plaza de Comercio, espacio habitual de fiestas privadas y con una clara estética “vintage” que tiene ahora poco más de tres años de vida.

La última incorporación a la liga de las grandes discotecas es “Place”, abierta hace sólo unos meses y que ya se ha hecho un hueco en la noche de Lisboa.

ÓSCAR TOMASI/EFE

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Redacción

Autor: Redacción

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