La Costa del Cordero, de Riaza a Villacastín

Al norte de la Sierra de Guadarrama, la Nacional 110 se extiende paralela a las cumbres, uniendo la autovía de Burgos con la de La Coruña. Desde Riaza hasta Villacastín, la N-110 es una de las rutas míticas para los amantes de buen comer, proponiendo numerosas escalas llenas de aroma y sabor para degustar el mejor cordero, acompañados, eso sí, de románico, de castillos, de rico folklore y de serenos paisajes castellanos.

Turégano

La carretera N-110 no hace más que seguir los trazos de otros caminos más antiguos que siempre discurrieron por estos parajes “entre el trigo y el cordero” ya que no faltan buenos asados y excelentes viandas en ninguno de los pueblos que deja a la vera del camino: Riaza, Sepúlveda, Pedraza, Turégano, Sotosalbos, Segovia y Villacastín son sus hitos principales, todos ellos conjuntos monumentalesmáximos exponentes del románico castellano, pero también todos ellos sinónimos de buen cordero asado. Sobran los buenos pastos en estas tierras salpicadas de matas de hierbas aromáticas como el romero y el tomillo, el cantueso, la jara y el espliego, de forma que poco necesitan sus corderos como aderezo al entrar en el horno. Con una buena jarra de vino y una hogaza de pan como compañía resultan siempre excelentes.

Esta sabrosa ruta para gourmets puede empezar en Riaza, en la llamada Tierra de Ayllón, rodeada por un aire puro que abre el apetito, sobre todo después de contemplar los soportales de su plaza mayor circular. El pueblo es un auténtico museo de arquitectura popular, con casas entramadas de madera y casonas solariegas adornadas con blasones y rejas, como la de los Vélez de Guevara. Allí, envueltos en la historia, se pueden degustar unos estupendos cabritos y corderos asados en La Taurina, en Casa Marcelo o Casaquemada, tres buenas direcciones en las que diariamente se cumple el ritual de preparar los magníficos asados, que permiten tomar fuerzas para salir a pasear por los solitarios paisajes de la sierra de Ayllón.

Riaza

Siguiendo hacia el oeste, la N-110 cruza la autovía de Burgos y nos lleva por parajes segovianos clásicos, como los de Sepúlveda, a donde se llega tras desviarnos hacia el norte por carreteras secundarias. La vista sobre el pueblo es impresionante, asentado en una terraza en la vertiente de una profunda garganta, en las hoces de los ríos Duratón y Castilla. El aroma del buen cordero nos lleva por su plaza Mayor, por sus calles bien trazadas, por la antigua judería y por el arrabal de Santiago, contemplando iglesias románicas como la del Salvador en la zona alta del pueblo o la de Santa María de la Peña.

Escapadas-Costa del Cordero-Hoces del Duraton3

Hoces del Duratón

Pero lo verdaderamente irresistible de Sepúlveda son sus hornos. Famosos en toda Castilla, los asados sepulvedanos se cocinan en hornos de barro (artesas depan) y se suelen comer junto con otros platos igualmente típicos. Son clásicos por ejemplo los asados de Casa Paulino donde se pueden tomar también unas excelentes judías de La Granja, los de Cristóbal, Zute el Mayor y Zute el Menor o los asados de El Figón de Ismael, uno de los más tradicionales.

Sepúlveda

Tan célebre como Sepúlveda resulta la vecina Pedraza, ya en el camino de vuelta hacia la N-110. Pedraza conserva un magnífico recinto amurallado con una bella plaza mayor y unas calles empinadas y laberínticas flanqueadas por casonas de hidalgos. Es un pueblo de moda en el que residen o veranean muchos intelectuales, escritores y pintores y al que acuden los madrileños atraídos por la fama de sus asadores.

Pedraza

Los fogones de Pedraza son muchos pero todos ofrecen algo en común: un sencillo e inmejorable menú a base de asado, sopa castellana y buen vino. Es lo que ofrecen el Bodegón Manrique, el más antiguo del pueblo, siempre abarrotado, La Olma , El Yantar de Pedraza, El Soportal o la Hostería Pintor Zuloaga .

Pedraza

No muy lejos de aquí, adentrándonos hacia las tierras de la meseta, Turégano se alza como otro de los escenarios preferidos por los artistas, como Zuloaga que pintó un bello cuadro de su plaza mayor. En Turégano, una vez más la silueta del pueblo está presidida por un castillo-iglesia del siglo XII, culminado con su curiosa espadaña barroca. De los tres recintos amurallados que originalmente existieron, sólo quedan dos que rodean precisamente a la iglesia. No faltan en Turégano la tradicional plaza mayor asoportalada, ni el aire de fortaleza de otros pueblos segovianos, y por supuesto tampoco faltan las buenas direcciones de la Ruta del Asado, como Casa Holgueras con un ortodoxo menú a base de ensalada, cordero y sopa o Sol y Sombra, con cocina tradicional y buenos precios. Otra de las paradas obligadas es el pueblecito de Sotosalbos, en la misma carretera N110. Es unpueblo olvidado y tranquilo, con la más bella iglesia románica de la zona, la de San Miguel Al lado de la iglesia, un pequeño museo guarda algunas interesantes esculturas de los siglos XII y XIII. Se dice que el arcipreste de Hita, Juan Ruiz fue párroco de este pequeño pueblo, hoy famoso por sus jotas castellanas y por su sabroso lechazo que se puede probar, por ejemplo, en Las Casillas, un antiguo almacén de leña del siglo XVIII, convertido en restaurante, que sirve una de las mejores carnes de los alrededores.

Turégano

En la misma ruta se encuentra la ciudad de Segovia, presidida por el Acueducto romano. Es imposible resistirse a darse una vuelta por su plaza mayor, la catedral, y sobre todo el Alcázar al que se llega por el curioso barrio medieval de los Canónigos. Todo sirve como preámbulo para degustar los platos más típicos del lugar: el asado de cordero o el cochinillo. Los clásicos mandan hacerlo en los tradicionales Mesón Cándido y Mesón Duque, con reserva previa, naturalmente. Pero hay también muchos restaurantes menos célebres con excelente cocina como: José María o Casa Amado (Avda Fernández Ladreda 9, tel: 921-43 20 77).