Valladolid, tierra de museos, bodegas y monasterios

Valladolid siempre ha sido capital. Lo fue ya en la Edad Media, durante la regencia de María de Molina, la esposa de Sancho IV, y también bajo el reinado de los Reyes Católicos que, tras la Reconquista, establecieron su Corte en esta ciudad castellana. Más tarde, volvería a ostentar esta condición durante seis años, en el reinado de Felipe III. Tras un largo periodo de decadencia, el  Estado de las Autonomías, devolvió a la ciudad un papel para el que parece haber estado predestinada, convirtiéndola en capital de la Comunidad de Castilla y León.

Escapadas-Valladolid-Reyes Catolicos

Esta ciudad, ni aún en los días más oscuros de olvido y decadencia ha dejado de ser una elegante capital de provincias, siempre discreta y nunca excesivamente protagonista. Por un lado, sus bellezas arquitectónicas no resultan tan llamativas como las de algunas ciudades castellanas vecinas; por otro, no conserva el encanto rural de las capitales de provincia menos desarrolladas. Pese a todo, es una ciudad grata para vivir y llena de historia y arte.

Escapadas Valladolid

Valladolid ha sido muchas veces escenario de la historia. En ella se casaron los Reyes Católicos, murió decapitado Álvaro de Luna y nacieron los reyes Enrique IV de Castilla, Felipe II, Felipe IV y doña Juana de Austria. Además, hay tres protagonistas de excepción que marcan la historia de la ciudad. El primero, Cristóbal Colón, que murió aquí en 1506, solo y olvidado. El segundo, Cervantes, quien vivió durante los últimos años de su vida en la calle Rastro, en una sencilla casa que ha sido restaurada con algunos muebles originales y objetos personales del escritor y está abierta al público como museo. El tercero de sus vallisoletanos ilustres es Zorrilla, que da nombre al paseo más atractivo de la ciudad y cuya casa natal ha sido también convertida en un museo en el que se conservan documentos y enseres del escritor.

Casa Cervantes

Casa Cervantes

Valladolid es el paradigma de la discreción y de la medida y los vallisoletanos pasan por equilibrados, bien hablados y castellanos de pro. La ciudad tiene de todo sin que nada pueda destacarse de forma notoria. Tiene por ejemplo Universidad desde 1346, año en que fue otorgada por bula papal. La actual fachada barroca fue iniciada en 1715 por los hermanos Diego y Narciso Tomé, el autor del Transparente de la Catedral de Toledo. Tiene también, por supuesto, una catedral, aunque inconclusa. Tiene, no uno, sino multitud de museos, entre ellos el impresionante Museo Nacional de Escultura, instalado en el Colegio de San Gregorio, que muestra la colección más importante de Europa de imágenes de madera policromada de los siglos XIII al XVIII. Aquí están representados los principales maestros del Renacimiento y se guardan obras de Juan de Juni, Gregorio Fernández, Alonso Berruguete o Pedro de Mena, e incluso un coro de Diego de Siloé. El edificio en sí mismo es uno de los más interesantes de la ciudad, con una capilla obra de Juan Guas y una fachada gótica isabelina que podría muy bien ser un tapiz por la forma en que está esculpida.

Colegio de San Gregorio-Juan de Juni

Colegio de San Gregorio-Juan de Juni

El de Escultura no es el único museo excepcional de la ciudad. Lo es también, por ejemplo, el Museo Oriental, instalado en el Real Colegio de los Agustinos Filipinos, grandioso y neoclásico. Pequeño y bien instalado, este curioso museo reúne una colección de objetos de arte traídos de China y Filipinas por los misioneros.  Y a estos museos habría que añadir otros muchos: el de Pintura, el de Arqueología, el Diocesano, el de Santa Ana, el de Ciencias Naturales, el Colombino…

Museo Oriental

Museo Oriental

Junto a sus museos, Valladolid tiene otros encantos que sobreviven entre el urbanismo moderno de próspera capital de provincias. Así por ejemplo, los jardines de Campo Grande, que sirvieron en otros tiempos para que se batieran los caballeros, es hoy un paseo elegante y la mejor puerta de acceso a la zona monumental. En este casco antiguo se asoma el esplendor de siglos pasados a través de los numerosos monasterios, iglesias y conventos que salpican toda la ciudad. Los más llamativos de todos ellos son el Colegio de San Gregorio, que alberga el museo de Escultura y la iglesia gótico-plateresca de San Pablo. A su sombra quedan otras joyas románicas, como La Antigua y San Martín, y otras igualmente valiosas como San Benito –con un pórtico de Gil de Hontañón–, Santiago –con el retablo de los Reyes Magos de Berruguete–, el Salvador, San Miguel, el Sancti Spíritus o Santa Ana –con un Cristo de Gregorio Hernández y cuadros de Goya–.

Iglesia de San Pablo

Iglesia de San Pablo

Y aunque la religiosidad más profunda tiñe toda la ciudad, quedan también otras obras civiles igualmente valiosas: la Universidad, el Palacio Real (hoy Capitanía General), el Palacio de los Pimenteles, el de Alarcón o el de los Zúñiga.

Universidad

Universidad

Ciudad monumental e histórica, en nuestros días Valladolid es sobre todo una capital política y económica, sede del gobierno autónomo. Su activa vida comercial se advierte por ejemplo en la calle Santiago que va desde la popular Plaza de Zorrilla hasta la Plaza Mayor, rodeada de pórticos y galerías. En ella se pueden encontrar tiendas y establecimientos de todo tipo, e incluso un centro comercial instalado en un antiguo colegio de monjas en el que las tiendas rodean un magnífico claustro. También se vive una intensa vida comercial en las calles peatonales de Mantería y Teresa Gil, muy próximas a la Plaza Mayor y a la catedral.

Plaza Zorrilla

Plaza Zorrilla

Puestos a tener, Valladolid incluso tiene playa. Aprovechando que el Pisuerga pasa por allí, hace años inauguró una de las primeras, si no la primera, playa urbana de España, muy bien equipada y en un entorno muy agradable.

Escapadas-Valladolid-Playa de las Moreras1

Playa de las Moreras

Capital del vino

Valladolid es también la capital de un nuevo reino: el de la Ribera del Duero, donde conviven los castillos medievales, los monasterios y las bodegas en las que se crían algunos de los mejores vinos del mundo. Los monasterios se remontan a aquellos tiempos de la Reconquista, allá por el siglo XI, cuando la línea fronteriza se fijó en el Tajo. Fue entonces cuando surgieron los monasterios junto al Duero y con ellos llegaron los vinos hasta estas colinas: las cepas de los monjes de Cluny, que en un principio lo cultivaban para consumo propio y después se extendieron buscando los terrenos más favorables. En Valladolid capital comienza una ruta del vino que sigue el curso del río amparándose bajo el arbolado de ribera que va acompañando a la carretera y que ponen la nota de color en un paisaje horizontal. A ambos lados van quedando las cepas que darán origen al afamado vino de Ribera de Duero. Así se llega al monasterio de Retuerta, luego a Quintanilla de Onésimo y a su monasterio cisterciense de Santa María de la Armedilla, del siglo XIII. Poco más adelante espera otro monasterio cisterciense, el de Santa María de Valbuena de Duero.

Escapadas-Valladolid-Ruta Ribera del Duero

El paisaje horizontal se quiebra con la silueta escenográfica del castillo de Peñafiel, anclado como un navío entre colinas. El pueblo se mantiene animado y activo, con una Plaza Mayor del siglo XV, la Plaza del Coso, una de las más originales de Castilla, con fachadas de madera y piso de tierra, y con varias iglesias de interés.

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En nuestros días, esta ruta entre Valladolid y Peñafiel tiene otros hitos de interés no estrictamente artísticos. Son las bodegas en las que se cría el valioso Ribera de Duero. A lo largo del camino se ensartan algunas de las mejores bodegas que se pueden visitar, como la de Vega Sicilia, en Valbuena de Duero, la bodega de tinto Pesquera de Alejandro Fernández, en Pesquera de Duero o la cooperativa de Peñafiel donde se elabora el afamado Protos.

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Redacción

Autor: Redacción

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