Mini venderá una pequeña seria de 2.000 unidades de lo que se ha convertido ya en el Mini más prestacional que nunca la marca se haya fabricado. La idea ha sido la de desarrollar una auténtica máquina de competición, pero que puede adaptrse al tráfico diario. De la primera hereda una innumerable cantidad de reglajes de suspensión, para poder poner a punto para responder de la mejor forma a las distintas exigencias de cada trazado. Para convertirlo en un coche casi convencional, se le adorna con un interior convencional, unas suspensiones no excesivamente rígidas y una enorme facilidad de conducción. No se han escatimado medios: utiliza frenos de carreras, neumáticos especiales y se ha mejorado su aerodinámica, centrándose mucho en el apoyo del eje posterior, sobre el que gravita el empuje de un enorme alerón. Otra concesión a la deportividad es la desaparición de los asientos posteriores.
Tampoco anda escaso de potencia, ya que a su pequeño motor 1.6 sobrealimentado, se le extraen nada menos que 217 CV de potencia. Con todas estas cifras, el Mini Cooper Works GP, mejora el tiempo por vuelta de su antecesor, el Cooper Works GP Kit, en el mítico Nürburgring, bajando nada menos que 19 segundos, dejándolo por el momento en 8 minutos y 23 segundos.
