La verdad es que no teníamos una idea clara de a dónde dirigirnos. Pero sin la intención de realizar largos desplazamientos, salimos de la península de Troia, como hemos visto,  muy sofisticada y de elevado nivel turistico, buscando sitios menos exclusivos y más cómodos.

Discurriendo por la A-26, como siempre un trazado muy atractivo pero con un firme pésimo, pasamos por Sines y decidimos llegar hasta la localidad de Porto Covo por la N120, para después desviarnos por la M1109, que nos llevó directamente a un parking situado entre la playa Grande y la de Espingardeiro, después de unos escasos  88 kilometros.

En Porto Covo también hay un camping con el mismo nombre que la ciudad, con un buen nivel en todos los sentidos. Sin embargo, sin necesidad de reabastecernos preferimos una plaza en el parking situado cerca del acantilado, con unas excepcionales vistas a la playa Grande que en esos momentos era batida por la tormenta, que había dejado ya la atmosfera bastante limpia pero que todavía se notaba en la furia de las olas.

Porto Covo es una hermosa población, con unas playas preciosas y con una uniformidad especial en sus edificaciones, ya que prevaleces las de una sola planta, con tonos blancos y azules para los marcos de puertas y ventanas, aunque también hay algunas con tonos color tierra. Una uniformidad y limpieza notable, que invita a pasear por sus tranquilas calles, con una plaza central presidia por el jardín de Largo Marqués de Pombal en donde se sitúan una agradables terrazas y algunas tienda de recuerdos.

En la Playa de la Baia de Porto Covo nos encontraremos con un pequeño puerto pesquero, que presenta una entrada protegida en la que destaca la playa de Buizinhos en donde, y a pesar del mar movido, o precisamente por eso, en esos momentos estaba muy poblada de surfistas. En definitiva, en Porto Covo merece la pena pararse y tomarse un tiempo para visitarla y disfrutar de sus playas entre acantilados.