Alfa Romeo está como desaparecida en combate, aunque ha demostrado puntualmente su buen hacer y el enorme bagaje y experiencia que atesora, ofreciendo un vehículo tan excepcional como el Alfa 4C.
No podemos negarlo, aunque sea por otro lado beneficioso. Con tanta alectrónica y ayudas a la conducción, no ya solo para la seguridad, sino también para el confort de marcha, nos habíamos olvidado de la personalidad de algunos vehículos. De modelos que surgen sólo una vez cada muchos años.
El negocio lo envuelve todo, pero es curioso que una marca venida a menos como Alfa, que tendría sin duda mucho éxito comercial fuera del grupo Fiat, se atreva a producir un vehículo tan radical como el Alfa Romeo 4C que hoy probamos.
Conductor tipo, abstenerse
No debemos equivocarnos. El Alfa 4C está pensado para grandes gourmets de la conducción. Los sacrificios que debemos realizar a sus mandos, convierten el 4C en un coche pensado para conducir, no para transportarnos, que es una actividad completamente distinta.
No pensamos en él para conducirlo todos los días. Su radicalidad no hace que la estancia dentro del vehículo no sea demasiado agradable en situaciones convencionales de atascos u en los otros inconvenientes del tráfico en ciudad. El volante es duro, los frenos nos harán desarrollar buenos músculos en la pierna derecha, y el ruido no ayudará a la comunicación con el pasajero de al lado.
El Alfa 4C es un vehículo de los que antes existían, no con generosidad, pero si con alguna frecuencia y que poco a poco prácticamente han quedado en manos de pequeñísimos fabricantes que producen prácticamente bajo encargo.
La producción del Alfa Romeo 4C tampoco es muy voluminosa, por lo que está ya prácticamente vendida con mucho tiempo de anticipación. Sus especiales características hacen que su fabricación sea especial y poco automatizada.
Su estilo es definitivo y, curioso, a nosotros de todo lo que ofrece este modelo, es lo que menos nos ha impresionado. Es cierto que llama la atención, que su línea es excepcional, que es precioso, pero no es lo más impresionante.
En parado, y sin tocarlo, podríamos decir que no es único ni extraordinario. Es bonito, impresionante si queremos, pero hay otros diseños de coches deportivos con los que incluso le sería difícil luchar a Alfa 4C. Incluso cuando abrimos las puertas y nos asomamos a su interior, con resultar impactantes los asientos envolventes tapizados en curo rojo, su puesto de conducción y la atmósfera que se respira, no nos sitúa realmente en lo que ofrece después este vehículo.
Peso y prestaciones, dos conceptos básicos en el Alfa 4C
Tampoco impresionan ni el nivel de potencia de su motor, ni sus características técnica. 240 CV y cuatro cilindros en línea, con 1.742 cm3 sobrealimentados, son valores bastante comunes en los catálogos de las marcas. Por ejemplo, el diminuto Audi A1 tienen en la versión S1 un modelo de 231 CV de potencia. Sin embargo aquí ya vemos la primera diferencia apreciable, que no es que el motor del 4C esté situado en posición central por delante del eje posterior y el del S1, considerado como ejemplo, se sitúe bajo el capó delantero. Lo que ya empieza a hablar de las especificidades del Alfa 4C es su peso. 995 kg para un vehículo de 4 m justos, mientras que el S1, 2,5 cm más corto, sube el peso hasta los 1.390 en el mejor de los casos.
Esta enorme, abismal diríamos, diferencia de peso se explica por si solo cuando golpeamos la carrocería o simplemente nos introducimos en el interior y vemos múltiples elementos de la estructura realizados en fibra de carbono, con aluminio para el resto de los componentes de la especial estructura.
A partir de aquí, el S1, o cualquier modelo convencional que compita con él por dimensiones, peso y sobre todo personalidad, se quedan aparcados en la comparación, casi en el archivo de los coches vulgares.
El 4C lleva una caja de cambios secuencial de doble embrague que precisamente, y a diferencia del resto de elementos similares, no se caracteriza por la suavidad de sus actividades en arranque y maniobras.
En cuanto lo arrancamos ya empezarnos a notar sus pulsaciones. Es difícil que este sonido no nos empape y nos anime a salir andando. Como ya hemos dicho, la caja de cambios, después de pulsar el botón 1 y acelerar, ya que no inicia la marca con solo soltar el freno, seguramente hará que el 4C inicie el movimiento, pero sin demasiada suavidad.
El resto de transiciones, bien automáticas o bajo nuestra elección a través de las enormes levas situadas a ambos lados del volante, será rápidas y exactas, aunque deberemos pasar un periodo de aprendizaje, durante el cual la electrónica impedirá cualquier manejo incorrecto, evitando que el motor sufra las consecuencias, aunque también este tenga su protección particular,
A partir de arrancar e, insisto, hemos salido a conducir, nadie dudará que ha hecho bien en adquirir un vehículo como el 4C. Es duro, pero más de controlar que de suspensiones. La ausencia de servodirección y de servofreno ya nos están indicando que dejan de nuestra parte mucha de la energía que se debe poner para conducirlo. Es rápido, muy rápido y con ese suave ronroneo que según el régimen puede llegar convertirse en un ronco bramido a través del sistema de escapes opcionales que llevaba la unidad de pruebas. Nosotros en el recorrido de pruebas lo pudimos comprobar en las zonas boscosas por las que transitamos, y en las que no nos pudimos resistir a bajar las ventanillas.
No es un coche sencillo de conducir en sus límites ni mucho menos. No está excesivamente domado por la electrónica, pero a conciencia, y creemos que es una decisión acertada, por eso resulta necesario cierto periodo de adaptación, ya que el deslizamiento del tren trasero si el firme no es muy adherente se produce con facilidad incluso en las duras aceleraciones a la salida de la curvas gracias a controles dinámicos más permisivos que en un coche convencional.
Los coches con motor central son en este sentido bastante ágiles y accesibles, pero si queremos buscar los límites, las cosas pueden llegar a complicarse mucho y el comportamiento del 4C se vuelve bastante impredecible, ya que puede comportase como un tracción delantera, lo habitual, o pasar sin demasiado escrúpulos a partir en franco sobreviraje.
De todas formas, este vehículo, al que ya hemos comentado, deberemos ayudar con nuestro esfuerzo físico tanto en dirección como en frenos, nos hará sentir como si fuéramos un piloto de carrereas. La posición del volante, los mandos, el asiento envolvente, el ruido, el sonido de las piedras al ser despedidas por el enorme equipo de ruedas y la velocidad con las que pasan las cosas, nos acerca a un coche de pista en la que por cierto, el Alfa 4C estará en su salsa, aunque nosotros no lo hemos podido sentir y nos hayamos contentado con diversos tramos despejados de montaña.
Para finalizar, los 53.990 euros que nos piden por este modelo, sin opciones, podemos considerarlos como incluso baratos, si tenemos en cuenta los materiales empleados en su fabricación y su tantas veces mencionada radical personalidad. No es una cifra asequible ni mucho menos, pero en este mundo de sensaciones, sentir algo similar, que no idéntico, nos costaría en otros modelos disponibles en el mercado, una cantidad muy superior en decenas de miles de euros.
Ficha Técnica
Motor
Nº Cilindros: 4 en línea
Cilindrada: 1.742cm3
Tipo de combustible: Gasolina
Potencia: 240 CV a 6.000 rpm
Par máximo: 350 Nm a 2.200 rpm
Cambio: Automática de 6 relaciones
Neumáticos : 205/45 R 16-235/40 R 18
Carrocería
Nº de plazas: 2
Peso en vacío: 995 kg
Depósito de combustible: 40 litros
Largo/Ancho/Alto: 4.989/1.864/1.183 mm
Vía delantera/trasera: 1.621/1.602 mm
Distancia entre ejes: 2.380 mm
Capacidad del maletero: 110dm3
Prestaciones
Velocidad máxima: 258 km/h
Aceleración de 0 a 100 km/h: 4,5 s
Consumos Urbano/Extraurbano/Mixto: 9,8/5,0/6,8 l/100 km
Emisiones: 157
PRECIO: 53.990 euros