Cádiz, marinera y festiva

El mar arrulla a los habitantes de Cádiz y también a sus visitantes. El agua rodea casi por completo a esta península, que fue isla en tiempos remotos y que lleva tres mil años siendo ciudad, la primera de Occidente, según cuentan las crónicas de los viajes fenicios. Esta isla frente al estuario de Guadalete fue la primera colonia fundada por los marinos de Tiro, allá por el año 1104 a.C., más allá de las columnas de Hércules. La llamaron Gadir, “ciudad fuerte” y con ese nombre más o menos transformado se ha quedado hasta nuestros días. Sigue siendo acogedora y activa, como les ha parecido siempre  a todos los pueblos y civilizaciones que se han ido sucediendo en el dominio de la ciudad: desde los míticos tartesos hasta nuestros días, pasando por los griegos, romanos, visigodos y árabes.

Cádiz ha sido, y es ciudad más marinera que terrestre y tiene su razón de ser en el mar, el arsenal, el astillero y el puerto. Desde sus inicios fue el punto de intercambio de objetos valiosos de Oriente y minerales del interior. La vena comercial permaneció y resurgió con fuerza con el descubrimiento de América. Desde ese momento fue el mejor puerto oceánico para partir y arribar y arribar en la ruta pese al monopolio oficial de Sevilla. Con sus cien mil habitantes, Cádiz conoció su máxima expansión en el siglo XVIII cuando la ciudad asumió todas las competencias del comercio americano. Se hizo entonces una ciudad rica en bienes y también en ideas. Cádiz, romántica y próspera, fue la cabeza del liberalismo y dio a España su primera constitución, la de 1812. Son de estos tiempos de auge económico sus principales monumentos, incluso su catedral.

Catedral

Catedral

La ciudad vieja de Cádiz guarda sus encantos apiñada en la isla, una estrella cerrada por murallas en la punta de un itsmo sobre el que se levanta la ciudad moderna. Entre ambos barrios queda la Puerta de Tierra, que igual que las otras defensas de Cádiz, existió siempre pero lo que se ve es del siglo XVIII. Durante siglos, la ciudad conservó sus murallas que la separaban del mar, pero hoy en lugar de estos muros, se extiende un larguísimo paseo marítimo que rodea casi toda la ciudad. Su recorrido puede servir para aproximarse a la ciudad apreciarla en su justo término. Podríamos comenzar en la Plaza de España, presidida por el edificio de la Diputación Provincial y el monumento a las Cortes de Cádiz. Frente a esta plaza se abre el activo puerto comercial, una de las bases de la economía gaditana. Siguiendo hacia el norte se llega a las murallas de San Carlos, cuya zona superior se ha convertido en paseo. En la misma dirección y poco más allá, alcanzamos la alameda Apodaca, de magníficas vistas sobre la Bahía de Cádiz, y el parque Genovés, con su teatro al aire libre. En pocos minutos más estaremos por fin en la playa de la Caleta y en el Castillo de Santa Catalina. La circunvalación de las antiguas murallas aún nos deparan más sorpresas: el castillo y el faro de San Sebastián, asentados sobre un espolón que se adentra en el mar, el Campo del Sur y por fin la playa de la Victoria.

Plaza de España-Monumento a las Cortes de Cadiz

Plaza de España-Monumento a las Cortes de Cadiz

Hoy Cádiz ya no es sólo la Isla. Hay que tener en cuenta también el itsmo que la une con tierra firme. Para tomar perspectiva lo mejor es ir al paseo del Espigón o al moderno puente de Carranza. Desde cualquiera de estos lugares se contempla Cádiz como un pueblo en medio de la bahía. Desde algunos espigones los gaditanos pescan con caña, dándole a la ciudad un aire poco urbano, casi de pueblo marinero.

Puente de Carranza

Puente de Carranza

Y, tras tanto rodeo, entramos ya por las Puertas de Tierra al casco antiguo de Cádiz. La cuesta de las Calesas nos dejará en el centro neurálgico de la ciudad, la Plaza de San Juan de Dios, frente al puerto y presidida por el edificio neoclásico del Ayuntamiento. Es el espacio más amplio de la ciudad, donde los gaditanos se citan en veladores de bares y restaurantes. Desde la plaza, por el Arco del Pópulo se entra en el barrio más puramente gaditano, con sus palacios convertidos en casas de vecinos. Las calles llevan nombres curiosos, como la de la pelota o el callejón de los Piratas, que conduce a la Catedral Nueva, una colosal mole de piedra blanca, original y diferente a todas, con el Atlántico a la espalda. Forman parte también de este Cádiz ajetreado y festivo o las plazas de Topete o de las Flores, la calle Columena o la plaza de Mina, centro de la diversión y esparcimiento de los gaditanos.

Catedral

Catedral

En una ciudad trimilenaria como ésta no podrían faltar los monumentos históricos, aunque no abundan tanto como esperamos. Hay, eso sí, un teatro romano del siglo I A.C., una antigua puerta de la ciudad, la del Arco del Pópolo y numerosos restos prehistóricos en el Museo de Cádiz. Sin embargo, la mayor parte de sus edificios son neoclásicos, el estilo imperante en el siglo XVIII cuando la ciudad disfrutó su mayor auge económico. De esta época son su Ayuntamiento, su Catedral y su Museo de Bellas Artes.

Teatro Romano

Teatro Romano

No faltan tampoco las iglesias, como la barroca del Carmen o la iglesia de la Santa Cueva, que presume de guardar unos frescos de Goya y un singular baldaquino italiano. También presumen de cuadros de valor el Hospital de Mujeres, donde se puede admirar “el Éxtasis de San Francisco” de El Greco, y el Oratorio de San Felipe Neri, lugar donde se reunieron las Cortes Constituyentes en 1812 y que está presidido por una inmaculada de Murillo.

Iglesia del Carmen

Iglesia del Carmen

Tan bellos como estos monumentos que adornan las calles principales de la isla, son sus jardines, en particular los de la Alameda Apodaca y Marqués de Comillas, originales en su concepción, cuyos paseos semejan grandes balcones colgados sobre la muralla.

Alameda Apodaca

Alameda Apodaca

Cádiz es ciudad monumental, pero sobre todo es divertida. Para comprobarlo nada mejor que llegar en Carnavales. No es la mejor fecha para los que busquen tranquilidad, pero si para ver la ciudad vestida de color y sobre todo de guasa, porque lo que predomina son las chirigotas y las famosas cuadrillas de comparsas de Cádiz que compiten ingenio contra ingenio, tanto en los desfiles callejeros como en el concurso oficial. Lo más espectacular son sin duda  los desfiles de carrozas de apertura y clausura pero todos los días son una fiesta que ningún gaditano quiere perderse. Los mejores lugares para disfrutar de la fiesta son los barrios de la Viña, plaza de San Antonio y calle Ancha, por donde pasa la gran cabalgata final el domingo de Piñata.

Carnaval

Carnaval

Y si no es carnaval, no importa. Para muchos, todo el año es Carnaval e incluso dedican su tiempo libre a preparar disfraces y ensayar coplas satíricas agrupados en “coros”, “comparsas” y “chirigotas”. En Cádiz hay buen humor y música todo el año. Sólo hay que salir a la calle o tapear por sus numerosos bares y bodegas. En el casco antiguo o en la zona de Puerta Abierta son surtidísimas las tapas, pero los más jóvenes suelen preferir la zona de Punta de San Felipe, en el espigón que cierra el puerto, donde se viven animadas noches de juerga en verano, hasta altas horas de la noche.

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Redacción

Autor: Redacción

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