Prueba Mercedes A 180 CDI

El lanzamiento del actual Clase A ha supuesto para Mercedes una completa ruptura con el modelo precedente en todos los sentidos. Solo mantiene la denominación, porque todo lo demás se modifica.

De entrada, no se trata de un vehículo de corte monovolumen como el anterior. Ahora toma las dimensiones de un compacto convencional, con 4,29 m de longitud. Sus proporciones no son exactamente las mismas, ya que en su aspecto se cultiva mucho la deportividad, con una imagen muy joven , con un frontal muy dimensionado, una rejilla muy grande en proporción y una superficie acristalada más reducida que en un compacto al uso. También pierde, frente a estos vehículos clásicos, en espacio interior, que es bastante limitado, sobre todo en las plazas posteriores.

En cambio incluye una profunda renovación tecnológica, abandonando las especiales motorizaciones que animaban a la anterior versión, que iban montados inclinados en un peculiar y sofisticado bastidor y también  por este último motivo, muy caro de fabricar.

Ahora, incluso renuncia a desarrollar nuevos motores para este vehículo y, aprovechándose de los acuerdos firmados con Renault, utiliza los motores diésel de 1,5 litros dCi de la marca francesa, para conseguir la mejor rentabilidad y ahorro de costes de desarrollo y producción.

Quizás sea este detalle el que más tenemos que destacar en este nuevo Clase A, bajo aspectos puramente prácticos y dinámicos y otros que afectan al confort de marcha y refinamiento en lo que a utilización se refiere.

En lo muy positivo, nos gusta mucho el comportamiento del motor, que ofrece unos consumos muy recortados y una buena entrega de potencia, aunque los desarrollos largos estropeen un poco las recuperaciones.

Conseguir un consumo de 5 litros no es una difícil utopía reservada solo a los conductores avezados en eso del manejo ecológico. Si nos dejamos ayudar por el sistema que nos indica como estamos conduciendo, es muy fácil e intuitivo. Sin embargo, sus prestaciones deberían ser ligeramente mejores, sobre todo en lo que se refiere a las mencionadas recuperaciones, lo que nos obliga a trabajar duro sobre el cambio si lo que queremos es movernos con la mayor agilidad.

El motor es, por otro lado algo ruidoso y transmite vibraciones, si evaluamos los resultados con criterios de usuario Mercedes. Mejorar estos aspectos debería haber sido algo prioritario en un vehículo que de serie nos obliga a pagar nada menos que 26.450 euros.

Sin embargo lo que es puramente Mercedes es su aspecto. Está bien rematado, emplea materiales de calidad y nos gusta mucho el diseño del salpicadero, aunque tenga la pantalla multifunción colocada como si fuera un postizo. No nos convence, aunque tampoco queda especialmente mal. No es un coche muy amplio, si lo comparamos con otros modelos que se encuadran en el mismo segmento. Bien las plazas delanteras, pero no tan bien las posteriores, que resultan algo agobiantes por la marcada caída de las lunas traseras y su limitada altura libre.

A lo que no se puede poner ninguna pega es a todo lo que hace referencia al comportamiento  en carretera. El bastidor muestra una excelente capacidad de llevarnos por donde queremos sin excesivas dificultades, a pesar de que nuestra velocidad sea elevada y el firme de la carretera no sea especialmente liso o el trazado sea virado y exigente.

El resto de los elementos que influyen en este marcado dinamismo, a pesar de que la potencia del motor no sea excesiva, también están en la misma onda. Frenos y dirección son enérgicos y resistentes los primeros y bastante eficaz y precisa la segunda, con bastante tacto por cierto.

El cambio de personalidad ha convertido al nuevo Clase A en un vehículo mucho más atractivo y más abierto a un  mayor número de mentalidades. Si pretendían recuperar y reposicionar la Clase A, con el camino emprendido pensamos que lo han conseguido y eso se está notando ya de forma muy clara en el elevado número de ventas.