Ford C-Max Titanium 1.6 TDCI 115 CV

Ford apuesta de forma decidida por los vehículos de tipo monovolumen.  El C-Max es el modelo intermedio, con el próximo  y más pequeño B-Max a las puertas. Este último es un coche monovolumen de recortadas dimensiones, con un sistema de apertura de puertas innovador, que facilita muchísimo el entrar o salir del vehículo. Por encima del C-Max, el S-Max y el Galaxy ofrecen la máxima capacidad, pero también obligan a pagar el precio más elevado.

Este C-Max tiene dos caras. Esta que hoy probamos, con sólo 5 plazas, o el Grand C-Max de capacidad extendida a 7 plazas y mucho mejores capacidades de carga.

El C-Max tiene una personalidad estética muy diferente según analicemos el estilo del frontal o la zaga. Nos gusta su frontal y su perfil, pero la zona posterior no nos resulta tan acertada. Siempre tenemos que advertir que es una apreciación puramente subjetiva, pero no nos resistimos a dejar de reflejar nuestra opinión.

Su interior, sin embargo, nos parece muy atractivo, muy en la línea del diseño y funcionalidad de todos los vehículos de Ford lanzados en los últimos tiempos, y de los que el Fiesta y el Focus son sus dos ejemplos más brillantes. El puesto de conducción está muy bien realizado, con buena calidad de materiales y de equipamiento en general, ya sea de serie o como opcionales a sobreprecio.

Los asientos no están sin embargo a la misma altura. Los delanteros son cortos de banqueta, mientras que los tres asientos independientes de la fila posterior no son excesivamente cómodos. Duros y pequeños, es el precio a pagar por la versatilidad. Poder desplazarlos, recogerlos, etc, no se lleva demasiado bien con el confort. Este defecto no es sin embargo exclusivo de este modelo. Otros vehículos monovolumen de la competencia acusan este mismo defecto, aunque también es verdad que otros ofrecen unas plazas posteriores mucho más cómodas.

Desde aspectos puramente prácticos, el Ford C-Max ha sido muy bien desarrollado. Presenta un buen maletero, que puede ampliarse desplazando, como ya hemos comentado, la fila traerá de asientos, que pueden moverse los tres, dos o solamente uno. De esta forma es difícil no poder ajustar el interior del C-Max a nuestras necesidades de carga.

Un enorme viajero

Cuáles son las cualidades o virtudes que debemos exigir a un vehículo, de cualquier categoría, para catalogarlo de excelente viajero. Pensamos que tres: Confort de marcha, dinamismo y consumos reducidos.

El confort de marcha del C-Max es muy notable, traducido en capacidad de bacheo, silencio y suavidad y en la versatilidad y funcionalidad de su interior. Los 115 CV de su motor diésel de 1,6 litros nos aportan una capacidad de viajar con desahogo muy notable, que sin embargo retrocede un poco cuando lo utilizamos al máximo de carga, aunque nunca se baja de unos niveles del umbral de seguridad.

Su rendimiento es sin duda su mejor aporte. Sorprenden sus consumos,  que fácilmente hemos conseguido mantener por debajo de los 6 litros, y eso con zonas de ciudad en la que el sistema S&S muestra sin duda su eficacia.

Cuando circulamos por carretera a buenos cruceros, el C-Max se mueve muy aplomado, sin movimientos parásitos que nos obliguen a corregir con el volante, lo que demuestra la excelente puesta a punto de las suspensiones, que como ya hemos dicho, tienen unos tarados que apuestan por el confort, pero que consiguen también un perfecto compromiso con el comportamiento.

Los malos datos económicos nos están haciendo cambiar nuestros criterios de compra. Cada vez se venden coches más pequeños, y se rebaja el tamaño y el precio de los vehículos que podemos comprar. Sin embargo, si nuestras necesidades nos llevan a elegir un monovolumen racional, este C-Max debe estar sin duda entre los modelos a estudiar con detenimiento.